ARTECON: 30 AÑOS DE
VIVENCIAS. Nota 11. Escribe hoy: Patricia Focaccia
Conocí a Artecon allá por el
2002, yo retomaba luego de algunos años de "impasse" mi formación
teatral y la vida quiso que pasara algo más de un año compartiendo fines de
semana con quienes entonces conformaban el grupo. Mis recuerdos, pues, son
pequeños, fragmentados, acaso irrelevantes. O no, no quiero pecar de falsa
humildad. Tengo recuerdos muy claros: recuerdo a los hijos de Patricia Galaz
tarde, muy tarde en la noche, durmiendo en unas colchonetas a unos metros del
escenario en donde su madre, luego de una semana de siete días de largas horas
de laburo entregaba su cuerpo y su alma a la pasión que aún hoy la mueve a
seguir gastando tablas. No me equivoco si digo que, al menos en ese entonces,
todos los integrantes de Artecon vivían de otros trabajos, y todo lo que
Artecon recaudaba era volcado a la sala, las producciones, a mantener el
espacio de cultura, arte e inclusión. Una palabra hoy muy en boga, pero que
Artecon conoce hace años. Nadie, pero nadie que quisiera ver una obra en la
sala "El Taller", se quedaba afuera. Si no tenías guita, entrabas
igual. Alcanzaba con las ganas. Para quienes hacemos teatro y no vivimos de él,
es muy difícil hacer entender al "afuera" que eso que uno hace arriba
del escenario, y abajo también, en todas las áreas -actores, directores,
asistentes, iluminadores, musicalizadores, vestuaristas, maquilladores,
maestranza- nos lo tomamos en serio, muy en serio, y le ponemos toda la garra,
el corazón y la seriedad que se le pone a una elección de vida. Eso es algo que
aprendí junto a la gente de Artecon. Porque también es difícil hacerlo en
ciudades o pueblos que no tienen el mismo apoyo por parte de las gestiones
culturales de turno. Pareciera que elegir el arte como forma de vida fuese una
elección menor. Error gravísimo, sostengo. Hacer arte es un compromiso
profundísimo, que muchas veces tiene un pobre correlato en las comunidades.
De Artecon me quedo con los recuerdo de ese compromiso profundo. Gente que le sacaba tiempo al tiempo, ganas a la desgana, salud a la enfermedad. Lo que podría ser una definición de resistencia. Resistir a ser negados, excluidos, despojados de la belleza, la alegría, la reflexión, la expresión, la libertad. Mientras sigan existiendo Artecones, continuarán la resistencia a la deshumanización y a la más tremenda de todas las formas de encarcelar el alma: perder la imaginación, el juego, el placer.
De Artecon me quedo con los recuerdo de ese compromiso profundo. Gente que le sacaba tiempo al tiempo, ganas a la desgana, salud a la enfermedad. Lo que podría ser una definición de resistencia. Resistir a ser negados, excluidos, despojados de la belleza, la alegría, la reflexión, la expresión, la libertad. Mientras sigan existiendo Artecones, continuarán la resistencia a la deshumanización y a la más tremenda de todas las formas de encarcelar el alma: perder la imaginación, el juego, el placer.
Artecon eran los viajes
interminables en autos que a veces los dejaban a pata y había que ser
originales, rápidos, resistentes para encontrarle la vuelta a llegar a ese
Encuentro de Teatro que los esperaba a "n" kilómetros. Eran las
guitarreadas regadas con vino y alimentadas con guisos caseros, pizzas,
empanadas, o simples mates, donde no faltaban las anécdotas, las frases
hilarantes (“áspera como inodoro de portland", frase del Laucha que no
olvidaré jamás y siempre me arranca una sonrisa), las canciones ineludibles e
indiscutibles ( ..." aquí se queda la clara, la entrañable transparencia"...),
la música y las discusiones. Recuerdo el talento admirable del Chamaco Valdez,
un actor increíble, generoso, pródigo, un tipo que te hacía pasar del llanto a
la risa con una tan hábil fluidez que resulta a la vez maravillosa y
alarmante...
Dejé para el final mi recuerdo a Duilio, porque personalmente sabe que lo quiero mucho y porque personalmente sé cuánto de su vida, de su amor, de su coraje, de su compromiso, de su pecho literalmente abierto, ha entregado a lo largo de estos treinta años a su elección de vida. Al Teatro. A Artecon. Le dio, incluso, lo que más ama: a su hijo... en un ida y vuelta ya que, sin dudas, Marco recibe de ese mundo en el que creció una nurtura que difícilmente pueda discutirse.
Qué más puedo desear, a la luz de estos breves recuerdos, que muchos, pero muchos años más de Artecon. Es desear muchos pero muchos años más de resistencia, de compromiso, de juego, de alegría, de pasión... de amor. Porque, como dice un grande que poblara muchas trasnochadas de funciones y ensayos con su sabiduría deliciosa... "sólo el amor alumbra lo que perdura".
¡Felicidades Artecon!
Dejé para el final mi recuerdo a Duilio, porque personalmente sabe que lo quiero mucho y porque personalmente sé cuánto de su vida, de su amor, de su coraje, de su compromiso, de su pecho literalmente abierto, ha entregado a lo largo de estos treinta años a su elección de vida. Al Teatro. A Artecon. Le dio, incluso, lo que más ama: a su hijo... en un ida y vuelta ya que, sin dudas, Marco recibe de ese mundo en el que creció una nurtura que difícilmente pueda discutirse.
Qué más puedo desear, a la luz de estos breves recuerdos, que muchos, pero muchos años más de Artecon. Es desear muchos pero muchos años más de resistencia, de compromiso, de juego, de alegría, de pasión... de amor. Porque, como dice un grande que poblara muchas trasnochadas de funciones y ensayos con su sabiduría deliciosa... "sólo el amor alumbra lo que perdura".
¡Felicidades Artecon!
Patricia Focaccia. (La Plata)
Patricia María Focaccia nació y
vive en La Plata. Es actriz y dramaturga, su obra Eva y la Muerte, sobre la
figura de Eva Perón, ha tenido versiones en Salta y Entre Ríos. Colaboró
activamente para la doble presentación de Artecon en El Teatrino de La Plata en
2002, con El Cruce de la Pampa y El Saludador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario